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Vuelve el espacio de fin de semana escrito por Guilver Salazar

ANÉCDOTAS Y REFLEXIONES DE FIN DE SEMANA

taxista guatemalteco

tema Escrito por Guilver Salazar

La honradez del taxista.

                A principios del mes de diciembre del año pasado, fui en compañía de mi esposa a la ciudad capital de Guatemala.  Teníamos previsto viajar en Rutas Orientales de tres de la mañana, por lo que para evitarnos caminar desde la colonia Los Arcos hasta la doble vía, llamamos a un taxista para que nos llevara hasta la oficina de dicha empresa de transporte.  Y efectivamente, a las dos de la mañana con cuarenta y cinco minutos, el taxista estaba frente a nuestra residencia.  Abordamos el taxi y en cuestión de unos cinco minutos habíamos llegado al lugar indicado.  Antes de descender, pregunté al taxista sobre lo que le debía por el viaje, a lo que él respondió: son veinte quetzales.  Saqué el dinero, un tanto apresurado porque veía que el bus estaba a punto de salir, y luego nos dirigimos a comprar los boletos.  Cuando la encargada estaba a punto de extendérmelos, sentí que alguien me tocaba el hombro.  Al volver la mirada, el chofer del taxi, quien acababa de entrar corriendo a la oficina, me dijo: señor, usted me dio dos billetes de a veinte, por lo que vengo a devolverle uno.  Yo me quedé un tanto sorprendido, pero, luego de agradecer su honradez, tomé el billete, y con los boletos en la mano, abordamos el bus que nos condujo a nuestro destino, gracias a Dios sin ninguna novedad.

Actualmente, actitudes como la de este taxista esquipulteco, no son muy comunes, pues la pérdida de valores en la sociedad ha provocado que la honradez sea una característica de un grupo reducido.  Y en una ciudad como la nuestra, visitada por miles de personas cada año, la tentación de cobrar más de la cuenta y de apropiarse de los objetos olvidados, se ha ido convirtiendo en una práctica cada vez más común, sumándole a esto, la presencia de personas foráneas que, aprovechando la falta de control y las aglomeraciones, hurtan las pertenencias de quienes se olvidan que ya no estamos en los tiempos de nuestros abuelos, cuando las personas se podían quedar dormidas en la calle, ya que lejos de robar sus bienes, les eran protegidos por quienes circulaban a su alrededor.

Me dijo un amigo: sería bonito que la gente común fuera honrada, porque de esa manera no tendríamos que preocuparnos por el reloj, la cartera, el celular, la cadena, el automóvil, etcétera.  Y si los empleados y funcionarios públicos fuesen honrados, tampoco estaríamos preocupados de perder el empleo, el derecho a la salud, a la vivienda, a la educación, a la recreación y a la seguridad.

En Japón, sucede algo digno de mencionar y de imitar: algunos comerciantes japoneses colocan, fuera de su casa, una cesta de frutas para la venta, y a la par de la cesta, un cofrecito para que la gente eche el dinero.  Al final del día, salen a recoger la cesta vacía y el cofre lleno de monedas.

Esto, actualmente es como un sueño para nosotros, pues si hacemos lo mismo, seguramente al final del día, nos quedaríamos sin la fruta, sin la cesta, sin el cofre y sin dinero. espera nuevos temas escritos por Guilver Salazar todos los fines de Semana solo por www.nuestraesquipulas.com

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