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Verdades que duelen, tema escrito por Guilver Salazar

ANÉCDOTAS Y REFLEXIONES DE FIN SEMANA

Verdades que duelen, tema escrito por Guilver Salazar 

Esquipulas ha sido, desde 1750, uno de los municipios de Guatemala más visitados por propios y extraños, y cuya fe religiosa, encantos naturales, amabilidad de su gente, situación geográfica y otros atributos, le han convertido en un lugar próspero, que ha invitado a muchos, no solo a visitarle, sino a radicarse especialmente en el casco urbano.

Naturalmente, dentro de toda esa gama de visitantes que se han quedado a vivir en Esquipulas, ha existido en todos los tiempos, personas con características muy particulares, y que han llamado la atención, como el famoso “Bushuquil”, “la María Muchanes”, “Charrita” y tantos otros.

Pues bien, entre esos personajes a los que se les denomina: folclóricos o populares, estaba un señor que daba la impresión que había venido a este mundo únicamente a ingerir alcohol, ya que pasaba más tiempo ebrio que sobrio.  Soy sincero en decir: que nunca lo vi en su sano juicio.

En una ocasión, terminada la feria de enero, este bolito apareció por las calles llevando colgado al cuello, unos binoculares plásticos de color negro.  Y cuando alguien le gritaba alguna tontería, él tomaba sus binoculares y colocándoselos a la altura de los ojos, empezaba a buscar a través de ellos, a la persona que le había gritado.  Cuando por fin lo localizaba, enojado le respondía: ¡Ya te viiiiiiiiiii, desgraciado!

borrachoEn otra oportunidad, justamente cuando en Esquipulas se llevaba a cabo las famosas caravanas políticas, las que trataban de convencer al electorado para que votara por “x” o “y” candidato a la Alcaldía Municipal de nuestro municipio, venía nuestro personaje, con varios “octavos de licor” entre pecho y espalda, tambaleándose por la sexta avenida.  Y justamente, cuando caminaba por la acera de la Escuela “Pedro Nufio”, se escuchó el bocinar y vivas de la gente, que a bordo de un buen grupo de vehículos, acompañaba a cierto candidato, que no dejaba de saludar efusivamente a todos los que iba encontrando a su paso.  Pues bien, nuestro personaje, con cierta dificultad, volvió la mirada hacia la caravana, y frunciendo el ceño, con fuerza exclamó: ¡Qué! ¡Babosadas son! ¡Todos son “mañosos”!  ¡Hasta mi mujer es “mañosa”, pero no se lo digo a ella, porque ya no me da de comer!

Todos los que estábamos cerca de él, soltamos la “carcajada”, pues nos pareció graciosa aquella aseveración.

Siempre he guardado en la memoria esta interesante anécdota, y ahora hago mención de ella, porque la sociedad actual atraviesa la peor crisis de valores de toda su historia.  Vivimos momentos difíciles, rodeados de gente, grupos organizados, instituciones y organismos del Estado, que buscan aprovecharse de los demás, inventando trampas, sobornos, triquiñuelas y toda clase de argucias para obtener dinero o evadir el gasto.  En este punto, sería bueno que nos hiciéramos un examen de conciencia para determinar si nosotros, en algún momento, hemos caído también en este mundo al que todos conocemos como: corrupción.

De ser así, tendremos que aceptar las palabras finales de nuestro personaje, que en medio de su borrachera, se anticipó a pronosticar lo que ahora parece ser una práctica común. Y al final, admitir como cierto, lo que reza aquel viejo refrán, que dice: “Los niños y los borrachos siempre dicen la verdad”.

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