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ANÉCDOTAS Y REFELEXIONES DE FIN DE SEMANA

Una lección ejemplar. 

la-amistad-tema-de-guilver-salazarCuando era niño, nuestra humilde vivienda de adobe y teja, albergaba a nueve personas: mi padre, mi madre y siete hermanos.  Era una época de escasez, en donde el dinero no fluía como en la actualidad.  De esta manera, nuestros padres tenían que trabajar muy duro para poder vestirnos, alimentarnos adecuadamente y darnos estudio.

Pese a que los tiempos eran difíciles, no todas las personas vivían en la pobreza, y esta condición era fácil de establecer, con solo observar la construcción de sus casas y la manera de vestir de cada uno de ellos.  Pero esa mejor posición económica, no le da a nadie el derecho de hacer de menos a quienes no han tenido las mismas oportunidades, como el caso de una señora, a quien mi madre le dio una lección ejemplar.

Resulta, que esta señora, todos los domingos preparaba para su familia, un suculento almuerzo.  Pero el día lunes, ningún miembro de su familia aceptaba que se les sirviera de la misma comida.  Naturalmente, sus condiciones económicas les permitían cocinar algo diferente y hacer a un lado el “recalentado”.  Siendo esta la causa por la cual, dicha señora llenaba una ollita con aquellos alimentos, y encaminaba sus pasos hasta nuestra vivienda, para compartir con mi madre, lo que le había sobrado del día anterior.

Mi madre, a pesar de su pobreza, veía con desagrado la supuesta “bondad” de la señora, por lo que un domingo, reuniendo todos los centavos que le fue posible, se dirigió al mercado a comprar carne y verduras en abundancia, cocinando con ellas un delicioso caldo de res.  A las doce en punto, cuando sonó la campana denominada “La Chepona”, echó en una olla la mejor pieza de carne, complementada con abundante caldo y verduras.  En un plato, colocó sopa de arroz, y en una manta muy limpia, envolvió varias tortillas recién salidas del comal.  Luego, encaminó sus pasos a casa de la vecina.  Cuando abrió la puerta, le dijo:    ̶ buenas tardes vecina, fíjese que acabo de hacer este delicioso caldo de res, y quiero compartirlo con usted.  La señora al ver la comida humeante, cambió de color.

La vecina en mención, nunca más volvió a enviarle comida a mi madre,  demostrando con su actitud que su corazón nunca fue movido por la bondad, y que su mente no era capaz de comprender, que cuando se regala…, debe darse lo mejor.

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