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La botija. Tema escrito por Guilver Salazar

ANÉCDOTAS Y REFLEXIONES DE FIN DE SEMANA

La botija. Tema escrito por Guilver Salazar

Todas los días, era común para los vecinos de la Calle Real y sus alrededores, observar el acompasado caminar de aquel hombre corpulento, de barba espesa y sombrero de palma, que llevando cualquier carga sobre su ancha espalda, luchaba por ganarse el pan de cada día.  Cada vez que llevaba alguna carga,  resoplaba fuertemente y silbaba con alegría.

En Esquipulas, todos sabían que este individuo, por esas extrañas manifestaciones que tiene el destino, había nacido con una fuerza bastante descomunal.  Y es que tenía que ser cosa del destino, porque con las limitaciones de su precario e incluso miserable salario, no era posible que su fuerza fuese producto de su buena alimentación, pues con lo que ganaba, apenas si le alcanzaba para desayunar o almorzar.  La cena, había que engañarla con cualquier cosa, especialmente: con un “puro” recién fabricado.

Este hombre, al que algunos llegaron a comparar con el famoso Sansón, que se nos narra en la Santa Biblia, se llamaba Santiago Castañeda Hernández, aunque todo mundo lo conocía como “Santiagón”.

Pues bien, resulta que Santiagón, sentado en uno de los laterales del Puente Grande, con frecuencia se veía disfrutar, a manera de almuerzo, de un manojo grande de cebollas moradas.  Esta situación, lejos de conmover a los transeúntes al provocar algún sentimiento de buen samaritano, solo contribuyó a que algunas personas consideraran, que el secreto de la fortaleza de Santiago, radicaba precisamente en el consumo de dichas cebollas.  Para no ir muy lejos, yo fui uno de esos incautos, que un buen día decidió comprobar, si la cebolla en mención, era capaz de darle fuerza a mis debiluchos brazos.  Sin embargo, lo único que logré fue experimentar un tremendo ardor en el tubo esofágico,  y convertir  mi estómago en un tanque de gas, que no me dejó dormir toda la noche.

Los años fueron pasando, y quizá por la falta de una buena alimentación, nuestro corpulento personaje empezó a dar muestras de estar padeciendo de problemas mentales.  Había momentos en que no coordinaba sus ideas y empezaba a pronunciar incoherencias, hasta llegar al punto en que aseguraba, con mucha frecuencia, que muy pronto sería rico, pues “alguien” le decía al oído que encontraría una “botija”.

Casualmente, por aquellos años, las autoridades municipales iniciaron los trabajos de zanjeo, para la introducción de los drenajes en Esquipulas, cuya red principal correría a lo largo de la Calle Real.  Y aconteció, que nuestro amigo Santiagón, al ver las zanjas que abrían los munícipes, se le “metió entre ceja y ceja”, que ellos también andaban en buscan de la botija.   Por tal razón, una noche de luna llena, se acercó sigiloso a los promontorios de tierra que estaban a ambos lados de la calle, deteniendo su paso, justo en la esquina en donde hoy se ubica la Farmacia San José.  En ese punto, decidió descender a la zanja, y con las manos empezó a escarbar la tierra.  Al cabo de unos minutos, volvió a subir a la superficie, y, colocándose el sombrero en la mano derecha, comenzó a gritar: ̶  ¡Allí viene la botija, usha, usha!  ¡Allí viene la botija, usha, usha!

Santiago permaneció, por espacio de una hora, pronunciando aquellas palabras, al tiempo que movía el sombrero de palma, como tratando de atraer el supuesto cántaro lleno de monedas, que él creía estaba enterrado en dicho lugar.  Finalmente, cansado de tanto hablar, retrocedió, y encaminándose por la segunda avenida, la que antes era conocida como “la calle del monte”, se perdió entre las sobras de la arboleda que bordeaba aquel sendero.

En la actualidad, ninguna familia se alimenta solo con cebollas, pero hay muchas personas que no acostumbra a consumir una alimentación balanceada, y no porque carezcan de los recursos económicos, como el caso de Santiago, sino porque prefieren estar a la moneda, tener en su casa cualquier aparato electrodoméstico, o un lujoso teléfono celular, por citar algunos ejemplos.   Y lo peor de esto, es que sus hijos han tomado el mismo ejemplo, lo que provoca en ellos, no solo un bajo rendimiento escolar, sino una descompensación física y mental, que a mediano o largo plazo les traerá consecuencias fatales.

 

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