EsquipulasHistoriaPersonajes

Y LO PEOR…, TODAVÍA ESTÁ POR VENIR tema escrito por Guilver Salazar

Este tema ya fue publicado en una ocasión a través de uno de los medios de comunicación local, pero dada la aceptación que tuvo y por el hecho de que sigue teniendo vigencia, consideré importante publicarlo como tema de este fin de semana, esperando que el mismo llame a la reflexión a nuestros amigos lectores de www.nuestraesquipulas.com

Y LO PEOR…, TODAVÍA ESTÁ POR VENIR

Ayer fui a buscar a Manuel, una persona que ya anda por los sesenta años de edad, y con quien me une una amistad desde hace algunos años. Al llegar a su casa, lo encontré sentado en la banqueta platicando con un vecino de nombre Cayetano. Al verme, me pidió que lo esperara un momento, por lo que decidí sentarme en la misma acera, muy cerca de ellos. Y como dice un cómico mexicano: “sin querer queriendo”, escuché la siguiente conversación.
–Vos Cayetano: ¿te acordás de los ríos caudalosos y limpios que habían aquí en Esquipulas?
–Y cómo no me voy a recordar, si yo era uno de los que no salía de las pozas por andar pescando.
–A mí en cambio me encantaba nadar, especialmente en la poza de “Los Ángeles” y en la que estaba cerca del puente Los Arcos.
–En cambio yo, iba seguido al río de los Espinos y al de Olopita, porque allí sí se pescaban buenos “guapotes”, “filines” y “plateadas”.
–Otro río bonito era el de la planta, con aquella poza que quedaba arriba de la hamaca, y el río del Milagro, que tenía una poza llamada “La Presa”.
–Es cierto vos Manuel; también estaba la poza de “Los Cueros”, la de “Los Chorros” y el famoso río de Atulapa.
– ¡Qué tiempos aquellos, Cayetano!; pero desde que los bosques se cortaron sin control, para vender la leña o sembrar otros cultivos que dan más pisto, y el pueblo se regó por todos lados, los ríos se contaminaron y se secaron.
–Y no sólo eso, vos Manuel. Con la quema de los bosques y el humo de las camionetas y las fábricas, dicen que se hizo un gran “hoyo” en el cielo, y que por allí se pasan directo los rayos del sol. Y por culpa de ese bendito “boquete”, la gente tiene que usar “cremas” para no quemarse.
–Tenés razón Cayetano; mi mujer no puede salir a la calle si no se echa su bendito protector.
– ¿Y sabés que es lo más “jodido”, Manuel?, que nuestros hijos y los hijos de ellos van a pagar las consecuencias.
–Ahora que decís eso, Cayetano, te quiero leer un papelito que le dieron a mi hija en la escuela pública, esta mañana. Aquí lo cargo dobladito en la bolsa de la camisa; oí lo que dice, pue: “El día en que no haya ningún árbol sobre la Tierra, ningún pez dentro de los mares, ninguna ave surcando los cielos, y el hielo de los polos se haya derretido, tal vez, entonces el hombre entenderá que el dinero no se come”.
–Púchica, vos Manuel, eso me puso los pelos de punta.
Manuel, volvió la mirada hacia el lugar en donde yo me encontraba, como queriendo comprobar si aún lo estaba esperando, por lo que al verme, de inmediato se despidió de su amigo, justo en el momento en que las campanas de la Basílica repicaban, anunciando las seis de la tarde.
Pienso que, si Dios “les da licencia”, Manuel y Cayetano volverán a reunirse hoy en el mismo lugar y a la misma hora, y quizá ya no recuerden el tema de ayer; sin embargo yo, aún sigo pensando en esta triste realidad, la que hace unos cuarenta años ni siquiera imaginaba, y que ahora cualquier persona, por humilde que sea, la comenta con franqueza, como lo hicieron ayer: Manuel y Cayetano.
Y lo peor…, todavía está por venir.[youtube id=»CslDaStYH6c» width=»600″ height=»350″]

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *