UNA REINA DIFERENTE tema escrito por Guilver Salazar
Esquipulas es una ciudad importante, enigmática y reconocida dentro y fuera de nuestro país. Sin duda, son muchas las personas que anhelan visitarla, radicarse en ella o venir a realizar alguna actividad o evento. De esa cuenta, estoy seguro que si a usted le preguntan qué actividades se han realizado en Esquipulas, haría una lista considerablemente extensa. Estoy seguro también que incluiría en la misma: actividades religiosas, deportivas, políticas, sociales, educativas, culturales, artísticas, de negocios y eventos de belleza. Muchos de estos acontecimientos, quienes radicamos en Esquipulas, en cierto momento los pasamos desapercibidos, pues son tantas las actividades, y tantas nuestras ocupaciones, que a veces ni nos damos por enterados. Y esta situación ha sucedido desde hace muchos años.
Pensando en esto, se me ocurrió retroceder en el tiempo hasta llegar al año de 1968, cuando acá en Esquipulas se llevó a cabo la elección de una Reina diferente. Sé que este tema podría no tener mucha importancia para usted, por lo que le invito a considerarlo únicamente como uno de esos tantos acontecimientos que forman parte de los momentos históricos, en la vida de nuestro pueblo.
Acomódese bien; le voy a contar.
Resulta que, cuando en Esquipulas no existía aun el mercado municipal, sino un predio vacío que servía como campo de fútbol y de lavadero y tendedero de ropa para las amas de casa de dicho sector, sucedió que en el lugar en donde se encuentra ubicada la tienda de Miguel Rodríguez Rosa y el resto de locales comerciales que se unen a Pollo Express, existió por aquellos años una Pensión llamada Santa Teresita, propiedad de don Moisés Arita, originario de Honduras. Es de hacer notar, que dicha Pensión era de dos niveles, ambos de madera. En ese lugar, se llevó a cabo, por primera vez, un singular evento de belleza, que por indiferencia o falta de promoción, no fue tomado en cuenta por toda la población, si no más bien, por un pequeño grupo de vecinos cercanos a la Pensión.
Este evento de belleza fue organizado por un grupo de afeminados de Escuintla, quienes decidieron llevar a cabo una convención en dicho lugar, invitando al gremio de afeminados de Puerto Barrios y de la ciudad capital, y por supuesto, a los que radicaban en Esquipulas.
El día de la convención, desde tempranas horas, fueron llegando en pequeños grupos las diferentes delegaciones invitadas, las que de inmediato se instalaron en el segundo nivel de la Pensión.
Entre los afeminados locales estaban: Lucio, Gabino, David, Daniel, Guto, Andrés, Alfonso, Víctor y Hugo. Es de hacer notar que Hugo era de origen hondureño y sus dos hermanos también pertenecían al mismo grupo.
No podría describir los temas tratados en la convención, porque en esta reunión era prohibida la entrada de quienes no pertenecían a este gremio. Y claro, en ese entonces yo andaba por los once años de edad, y créanme: los “patojos” mocosos como yo, eran sacados a escobazos si se les ocurría acercarse al lugar. Por lo tanto, yo me mantuve sentado en el llano, frente a la Pensión, como lo hizo un grupo de unas veinte personas que, por curiosidad, había tomado un puesto estratégico para observar, con cierta admiración, aquella actividad que era considerada fuera de lo común.
Según comentaba la gente, la convención concluiría con la elección de la Reina de los afeminados, la cual, después de ciertas rondas, dejó como finalistas a Karla Yanina, representante de Escuintla, y a Hugo quien representaba a Esquipulas. Sin embargo, en la ronda final, Karla Yanina salió triunfadora.
Entre los comentarios, gritos, aplausos y risas de aquellos hombres vestidos de mujer, empezó a sonar la marimba, que dio inicio a una fiesta inusual.
Como anécdota especial, recuerdo a un señor de nombre Raúl, quien, creyendo que la elección era entre mujeres, se había enamorado de Hugo. Y es que realmente, con peluca y maquillaje, estos muchachos engañaban a cualquiera.
Finalmente, cuando todo apuntaba a que la fiesta concluiría después de la media noche, apareció un grupo de comisionados militares quienes haciendo gala de fuerza y autoridad, disolvieron la celebración, de tal forma que unos salieron corriendo por el portón principal, otros se lanzaron por las ventanas, y algunos se colgaron de la baranda de madera del segundo nivel, para caer “amontonados” en el llano, saliendo presurosos y perdiéndose en la oscuridad de la noche. Y la marimba y sus músicos, vaya usted a saber por donde salieron.
No sé que fin tuvo Karla Yanina y su corona; no sé a donde fue a parar Hugo y sus hermanos; lo único que sé es que esta elección fue diferente, y que no terminó con cohetes, aplausos y abrazos, sino que con empujones, carreras y gritos.