Misterios de la fe. Tema escrito por Guilver Salazar
ANÉCDOTAS Y REFLEXIONES DE FIN DE SEMANA
Misterios de la fe. Tema escrito por Guilver Salazar
La Semana Santa es una conmemoración que el pueblo católico realiza año con año, con la finalidad de meditar profundamente sobre los acontecimientos vividos por nuestro Señor Jesucristo, para alcanzar el perdón de los pecados de la humanidad. De esa cuenta, a partir del miércoles de ceniza se inicia el período de Cuaresma, en el cual, a lo largo de cuarenta días, los seguidores de la Iglesia fundada por Cristo, se preparan espiritualmente a través del ayuno, oración y caridad, para vivir con acendrado fervor, la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor.
En nuestro país existen varios lugares en donde la Semana Santa se vive intensamente, entre éstos está Antigua Guatemala y la ciudad capital. Sin embargo, en nuestro pedacito de patria Esquipulas, asciende a miles las personas que, aprovechando el feriado que ordinariamente se da a partir del jueves santo, visitan a la consagrada imagen de Cristo, que se venera en la Basílica, y la cual representa a Jesús en el momento crucial en que entrega su vida por nuestra salvación.
Por esta razón, en el segmento de este fin de semana, quiero aprovechar la oportunidad para trasladar dos anécdotas que nos permitan meditar sobre ciertos misterios relacionados con la fe, esperando que al final, sea el lector quien haga sus propias reflexiones.
Resulta que en la segunda avenida o calle del millón, vivió una señora de nombre Tomasa de Lemus, justamente en donde hoy está el Hospedaje Janeth. Ella era católica y en sus habitaciones tenía diferentes imágenes de Jesús, María y algunos Santos. Sin embargo, a su casa empezó a llegar un grupo de personas pertenecientes a una iglesia protestante, y poco a poco la convencieron para que asistiera a sus actividades religiosas. Doña Tomasa aceptó la invitación, y después de casi un mes de acompañarles, el pastor de la misma le indicó que era pecado que ella tuviera en su casa las imágenes. La señora, sin meditar a profundidad aquella aseveración, las retiró de donde las tenía y las introdujo en un costal, para luego encaminarse a un río cercano; buscó la poza más profunda y hacia ella lanzó aquel costal. Pero, cuando regresó a casa y entró al lugar en donde había tenido las imágenes, su vista empezó a nublarse, y cada día que pasaba iba empeorando, a tal punto que, a los pocos días, quedó totalmente ciega. A partir de aquel suceso, doña Tomasa dejó de ir a la otra iglesia y se dedicó a orar en su casa y a contar a todas las personas aquella experiencia que ella misma calificó como castigo.
En casa de mis padres, mi papá tenía la devoción de representar el Nacimiento de Jesús, todos los años. Sin embargo, cuando él murió, ya no se continuó con esa hermosa tradición. Pero este año, mi hermano Edgar, meditando sobre esta situación, decidió retomarla, dándose a la tarea de conseguir todos los materiales a utilizar, para luego trabajarlos con mucho esmero y amor. Cuando hubo elaborado el portal, se dio cuenta de que no había una mesa adecuada para colocarlo, por lo que decidió insertarlo sobre el quicio de la ventana del comedor, en donde quedó, coincidentemente, a la misma medida. Luego empezó a buscar en las ventas de imágenes un Misterio, pero la mayoría era, o muy grande o muy pequeño para el espacio designado. Cuando me comentó sobre este inconveniente, busqué en la caja en donde guardo los Misterios, uno pequeño. Lo llevé de inmediato y, al colocarlo quedó como si fuese hecho especialmente para dicho portal. Pero aconteció que mi madre, al verlo tan bonito, no quiso que lo deshicieran el dos de Candelaria, por lo que el nacimiento permaneció hasta el 20 de marzo, fecha en que cayó en Esquipulas la primera tormenta, con granizo y fuertes vientos. Y como el nacimiento estaba sobre la ventana, sucedió que una ráfaga de viento lo lanzó hacia el interior del comedor, pero…, increíblemente, el misterio quedó en pie. Nadie se explica cómo fue que pasó la estructura del portal por encima de José, María y Jesús, sin derribarlos.
Existen muchos misterios relacionados con la fe, que la sabiduría humana jamás podría comprender. Es aquí en donde toma sentido la cita bíblica: Mateo 11,25, que dice: “Por aquel tiempo exclamó Jesús: Padre, Señor del cielo y de la tierra, yo te alabo porque has mantenido ocultas estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a la gente sencilla. Sí, Padre, así te pareció bien”.