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EL PROFE DE LA CONCERTINA, tema escrito por Guilver Salazar

En esta oportunidad, deseo aprovechar este espacio para hablar de uno de esos personajes esquipultecos que, por una u otra circunstancia, todos conocemos.  Y como su característica principal fue la de tocar su concertina, mientras impartía la clase de música en escuelas, colegios e institutos locales, se me ocurrió llamarlo: el profe de la concertina.

Este personaje nació en la villa de Esquipulas, Municipio del departamento de Chiquimula,  el 8 de julio de 1930, por lo que recientemente celebró su cumpleaños número 82.  Sus padres fueron don Ezequiel Monroy Morataya y doña Ofelia Alonso Limatú de Monroy.  Sus hermanos son: Carmen Alonso, María Ángela Monroy Alonso, Argentina López y Tránsito Lázaro.  Y su único hijo se llama: Marco Antonio Monroy Méndez.  Me estoy refiriendo al profesor José Augusto Monroy Alonso (don Beto), quien vive en la misma casa en donde nació, ubicada en la 3ª. Calle 2-01, Zona 1, frente a la Casa de la Cultura.

La vida de don Beto, sin lugar a dudas ha transcurrido en medio de notas musicales y la didáctica empleada con sus alumnos en la enseñanza de esta importante rama de las bellas artes.  Esta afirmación cobra sentido al establecer que nuestro personaje desempeñó el cargo de Maestro de Educación Musical desde 1956 hasta 1993.  Su vocación de filarmónico se sustenta a través de certificados de aptitud, extendidos por la Dirección de Educación Estética e INAD, varios cursillos recibidos en el Instituto Belén, Rafael Aqueche y Escuela Dolores Bedoya de Molina, de la ciudad capital de Guatemala, e innumerables diplomas, plaquetas y reconocimientos por su brillante trayectoria musical.

Su labor docente es recordada con elogios en los siguientes establecimientos educativos: Escuela Pedro Nufio, Colegio La Asunción,  Instituto Privado Mixto Esquipulteco, Colegio San Benito, Escuela Pedro Arriaza Mata e INBOICA.

Además de Maestro de Música, “el profesor  Beto Monroy”, se desempeñó como Maestro de Capilla en la iglesia de Santa Lucia Cotzumalguapa, Escuintla, Basílica de Esquipulas, iglesia Santiago de Esquipulas e iglesia parroquial de Chiquimula.  Asimismo, fue concejal de la municipalidad durante cuatro periodos y Alcalde Interino en 1957.   Por cierto, según cuenta don Beto, el día que tomó posesión como Alcalde de Esquipulas, él se encontraba tocando villancicos en la celebración del Corpus Cristi, cuando llegó don Beto “el policía”, a llamarlo para que se presentara a la Municipalidad, ya que personeros de gobernación venían a darle posesión del cargo que ejerció durante un año.[youtube id=»9FF1-ySejyY» width=»600″ height=»350″]

Por cierto, siendo Alcalde Municipal, con satisfacción realizó la inauguración de los puentes de “Chantiago” y “Quebrada Oscura”, importantes obras en las que se invirtió la cantidad de mil quetzales, otorgados por la Tesorería Nacional de Guatemala.  Dicha inauguración se llevó a cabo el 28 de diciembre de 1957.

Cuenta don Beto, que cuando fue a traer el cheque, a la ciudad capital de Guatemala, para la construcción de los puentes, se hizo acompañar de don Maximiliano Muñoz Nolasco y Manuel de Jesús Flores (Chus Flores), habiendo recibido, de parte de la tesorería municipal de Esquipulas, la cantidad de treinta y cinco quetzales por concepto de viáticos para los tres, los que tuvieron que gastar adecuadamente para lograr que les alcanzara.

Una de las distracciones favoritas, para don Beto, fue el fútbol, habiendo jugado como alero derecho en el Club Social y Deportivo “Atlas”.  Como anécdota, cuenta que en una ocasión, cuando se presentó a un entrenamiento en los campos de “La Burrera”, se sintió un tanto incómodo, sin lograr determinar el motivo por el cual sentía esa rara sensación.  Sin embargo, cuando terminó el entrenamiento, al quitarse los zapatos se dio cuenta de que andaba cargando el calzado de su tío Vicente Limatú, quien también jugaba fútbol en un equipo llamado “El Brujo”.  Cuando don Beto se percató de tal situación, volvió la mirada para establecer si sus compañeros había notado lo de los zapatos, y al asegurarse que ellos estaban distraídos en otros menesteres, procedió a esconderlos rápidamente, y con la misma presteza regresó a dejarlos en el mismo lugar en donde su tío los había colocado.

A don Beto también le gustaban “los traguitos”, de tal  manera que si su equipo ganaba, de la alegría se echaba un para, y si perdía, de la cólera también se los tomaba.  En una ocasión, don Beto se encontró con don Lalo Martínez, y al verlo, con educación le saludó: – Buenos días, maestro.  Don Lalo, que tenía las palabras en la punta de la lengua, le dijo: – Maestro, por lo de la música, porque a “chupar” no te enseñé yo.

Yo también tengo recuerdos especiales y unas cuantas anécdotas de don Beto.  Entre ellas, recuerdo que este personaje, además de su concertina, llevaba a la escuela una regla, la cual tenía un rótulo que decía: “La Comadrita”.  Cuando algún alumno se portaba mal, sacaba la regla y le decía: – Mirá, aquí tengo La Comadrita, estate quieto porque si no te la voy a presentar.  Naturalmente, el alumno entendía el mensaje y se iba con rapidez a sentar.  Pero debo ser honesto en afirmar, que don Beto nunca usó la mentada “Comadrita”, solo le servía como medio de presión para los que rompían la disciplina.   Y, cuando daba clases en el básico, en vez de “La Comadrita” llevaba un cuaderno forrado de negro, y que sacaba en el momento en que alguien estaba molestando, para luego decir: -Sentate por favor, porque si no te sentás, aquí te voy a apuntar en el “librito negro”.  Aclaro también que el profe jamás apuntó a nadie en el famoso librito.  Y, finalmente, recuerdo que don Beto casi nunca llamaba a sus alumnos por su nombre sino por su apellido: Salazar, Molina, Sagastume, Ponce, etc.

Sin lugar a dudas, este es uno de los personajes que merece todo nuestro reconocimiento, pues su vida la ha entregado a engrandecer a su querida Esquipulas.  Por ello, en julio del 2007, la Comisión Organizadora del II Festival Trinacional de Arte y Cultura de Esquipulas le declaró personaje homenajeado.

Siempre que tengamos la oportunidad de demostrar nuestra admiración y cariño, a quien ha dado todo por Esquipulas, no debemos dudar en hacerlo, pues esto resulta ser mucho más valioso que un diploma, una medalla o una plaqueta, ya que don Beto, seguramente tiene muchas de ellas colgadas en las paredes de su casa, las que a lo mejor tiene que releer para recordar su contenido, pero las muestras de cariño las lleva guardadas en su mente y corazón, y seguramente las recuerda día a día, y sin duda son las que le motivan a continuar su camino, en la búsqueda del bien común.