EL CINE EN ESQUIPULAS escrito por Guilver Salazar.
Quiero aclarar que, con este artículo, no pretendo presentar una reseña histórica de lo que ha sido el séptimo arte en nuestra bella tierra Esquipulas, sino más bien, evocar aspectos interesantes sobre el tema, y que puedan llamar la atención de quienes visitan esta página, y hacen suyo este espacio literario.
En la Esquipulas de antaño, allá por el año de 1926, cuando aún no se conocía el cine en estas tierras orientales, vino a nuestro pueblo un ciudadano turco, de apellido Chaín, quien se hospedó en la Pensión Victoria, propiedad de doña Isabel Oliva, y la cual estaba ubicada en donde actualmente hay un taller de carpintería y una fábrica de imágenes de yeso, propiedad del profesor Ariel Villeda, en la calle que va del parque central al INBOICA. Este personaje vino a dar a nuestro pueblo como producto de las emigraciones de ciudadanos europeos, provocada por la proximidad de la II Guerra Mundial. Don Chaín, traía consigo algunas tiras de películas de aquella época, y haciendo uso de un lente de aumento y una cajita de madera, hacía pasar la cinta frente al lente, la que era iluminada por una especie de reflector, proyectando en la pared imágenes amplificadas, las que eran vistas con asombro y curiosidad por algunos esquipultecos, dentro de los cuales se encontraba don Rodrigo Ruiz.
Años más tarde, don Paco Umaña, padre de mi buen amigo Servio Umaña, abrió la primera sala de cine, la cual estuvo ubicada en donde hoy se encuentra las oficinas de la Cámara de Comercio, proyectando películas en blanco y negro. Dicho cine se llamaba Odeca. Posteriormente, don Carlos Aldana abrió las puertas del Cine Aldana, ubicado en donde hoy se encuentra Comercial Aldana. La función iniciaba unos quince minutos después de que a través de un alto parlante se escuchaban las mejores canciones de Javier Solís, José Alfredo Jiménez y Jorge Negrete, entre otros cantantes mexicanos de la época. Muchas personas asistían a la sala de Cine Aldana, dividida en dos áreas: luneta y palco. Sin embargo, supongo que la recaudación económica por concepto de entrada se reducía considerablemente cuando llegan todos los ahijados de los esposos Aldana Pérez, a quienes ellos acostumbraban a ingresar de gratis. Y es que a decir verdad, don Carlos y doña Chusita habían llevado a la pila bautismal a un considerable número de niños esquipultecos, dentro de los cuales se incluye su servidor.
Tiempo después, la familia Aldana Pérez abrió una sala más moderna a la que denominaron Cine Galaxia, ubicado frente al campo de la feria, y que actualmente funciona como hotel.
Seguramente, muchos esquipultecos recordarán también las jornadas de cine video, en casa de mi buen amigo Rigoberto Aceituno. Y a lo mejor, habrá por ahí alguno que recuerde cuando don René Almengor proyectaba películas de Alianza para el Progreso, bajo el patrocinio de la Comunidad Benedictina, frente a la clínica San Luis. Excelente sería, si alguien de los lectores recordara también, que hubo una época en que empresas de licor y tabaco venían a exhibir películas mexicanas al Parque Central.
Finalmente, quiero mencionar que allá por el año de l965, mi buen amigo Óscar Ramírez, más conocido como “Coca”, habilitó en casa de sus padres don Angelino y doña Pinita, una pequeña sala de cine casero. Y si usted aún no ha ubicado a este buen amigo, déjeme decirle que Coca Ramírez trabaja, desde hace muchos años, en la Iglesia Parroquial. Es un caballero que pareciera que por él no pasan los años, que saluda a toda la gente con cariño y amabilidad, y que es súper servicial. Él se daba a la tarea de dibujar en tiras de papel celofán, una serie de personajes extraídos de periódicos y chistes, los que luego de colorear con lapicero, los hacía pasar por una caja de cartón en cuyo interior había un pequeño foco, logrando que dichas imágenes se agrandaran al ser proyectadas en la pared. Las películas de Coca eran gratis. Y no sabría decirles de dónde copió la idea, pues usaba un estilo de proyección parecido al del turco Chaín, que había hecho lo mismo 39 años antes.
Hay mucho más que contar del cine en Esquipulas, pero en esta ocasión lo dejaremos hasta ahí; solo permítanme terminar diciendo que, los días de cine en Esquipulas se disfrutaban mejor, si el espectador llevaba consigo una bolsita de poporopos, unas cuantas canches de frijol, un frío refresco natural o un delicioso helado de café. Y lo único que arruinaba la función a los caballeros, era la angustia de saber: que estaban agarrando gente para prestar servicio militar.
Escrito por: Guilver Salazar para www.nuestraesquipulas.com