Ejemplos de vida. Tema escrito por Guilver Salazar
ANÉCDOTAS Y REFLEXIONES DE FIN DE SEMANA
Ejemplos de vida. Tema escrito por Guilver Salazar
Esquipulas es una ciudad que se distingue no solo por los lugares religiosos y turísticos, sus costumbres, tradiciones y festividades, sino también por su gente, que día a día se desenvuelve en infinidad de actividades, trabajos y profesiones, convirtiéndose en el motor que mueve a este bello rinconcito oriental, anclado en el trifinio centroamericano.
Si quisiéramos hacer una lista de las actividades a las que nuestra gente se dedica, seguramente llenarías el espacio de este segmento, y nos veríamos obligados, incluso, a realizar divisiones que nos permitieran agrupar, de mejor manera, a cada esquipulteco, según su labor.
Pero existe una clasificación en donde el trabajo o la profesión de cada cual, no cuenta. Esta clasificación es la de: personajes esquipultecos. Con este nombre designamos a todas aquellas personas que, dentro de la colectividad, destacan por su manera particular de hacer o de actuar.
Pues bien, aunque la lista de estos personajes también es un poco extensa, en esta ocasión escogí a dos de ellos, que tenían en común su manera de decir las cosas, y que me pareció por demás interesante, para trasladar a ustedes sus anécdotas, que seguramente enriquecerán el tema de este fin de semana.
Uno de ellos se llamaba Elisandro Barillas. Era un sastre de bastante edad, proveniente de Zacapa, y que trabajaba en la sastrería de Marcial Vega. Una de sus admirables cualidades era que todo lo tomaba con mucha calma, y nunca se molestaba por nada. A él, todos le llamábamos: don Chando.
Cuando nos reuníamos en casa de Marcial, no faltaba quien le dijera a don Elisandro: ̶ Don Chando, qué dice si al terminar de hacer ese pantalón, vamos a dar una vuelta allá por la doble vía. Don Chando sonreía, al tiempo que contestaba: ̶ Ummmmm, ¡peligroso! Y cuando alguien decía una broma, don Chando comentaba: ̶ ¡Solo charadas son! Y si alguien afirmaba que en Esquipulas habían algún ladrón, don Chando, desde su lugar de trabajo respondía sonriente: ¡Me agacho!
El otro personaje era don Jesús Cáceres, a quienes todos le decían: don Chus. Generalmente se le veía pasar en una mula con rumbo a un terreno que tenía cerca del Recibimiento, en la carretera que conduce a la Piedra de los Compadres.
Don Chus, tenía las mismas características de don Chando, con la diferencia de que todo lo decía en verso. Por ello, cuando alguien le preguntaba: ̶ Don Chus, ¿para dónde va? Él, con una sonrisa respondía: ̶ Voy para el terreno, donde todo está bueno. ̶ ¿Y qué hace usted en el terreno? ̶ Cosechar maicito…, aunque sea poquito. ̶ ¿Y a qué hora regresa, don Chus? ̶ Al caer la tarde, cuando el sol ya no arde, y es para sentir lo fresco y no por cobarde.
Don Chando y don Chus, eran pues dos personajes alegres y tranquilos, que vivieron su vida trabajando y conviviendo con la sociedad de manera armoniosa, y cuya manera de ser, resulta un verdadero ejemplo de vida.
Si todas las personas pudiéramos copiar una pequeña parte del actuar de don Chando y don Chus, la vida sería un remanso de paz, pues con tan especiales cualidades, las puerta de las malas intenciones y la violencia se cerrarían, borrando para siempre el llanto y el dolor, y convirtiendo a este suelo en el paraíso que anhelamos, los que aún caminamos por los senderos de nuestra bella Esquipulas.